Durante la pandemia se han puesto en evidencia algunas brechas de género de carácter estructural y de matriz histórica que van más allá de la conocida brecha de ingresos (1). Así, en las casas de trabajadores y trabajadoras se ha manifestado que la actividad laboral del varón está mucho más distanciada del trabajo doméstico que la actividad de la mujer.

Esto se evidencia en situaciones tan cotidianas (2) como la de dividir los espacios de la casa, de tal forma que los espacios silenciosos, como los despachos o habitaciones independientes, se reservan para los hombres y las zonas comunes como la cocina, el comedor o el salón para las mujeres; o la de reservar las actividades recreativas del cuidado de niños a los hombres y las domésticas de limpieza a las mujeres; o que las mujeres realicen trabajo remoto durante la madrugada, bien sea retrasando el momento de ir a la cama o levantándose antes que el resto de miembros de la familia (3), entre otras.

De otro lado, lamentablemente el costo de la pandemia lo están sufragando las cuidadoras, que están renunciando a su jornada completa, o tomando días y licencias sin sueldo o incluso vacaciones, todo con tal de no dejar a los niños y niñas solos (4).

Todo esto trae evidentes consecuencias negativas que podrían impactar en la productividad y el clima laboral de las Empresa, entonces, ¿cómo están gestionando las empresas el trabajo remoto con las preocupaciones y desafíos que este implica? Algunas propuestas que consideramos viables son: el deber de los empleadores de consultar con su personal, especialmente con las mujeres madre trabajadoras, sobre las mejores horas para las reuniones; implementar medidas flexibles respecto del horario para el personal con hijos (as) en edad escolar (5); el uso de guarderías con los respectivos cuidados de contagio; o involucrar a los hombres en la actividad doméstica o de cuidados.

Ante este escenario se necesitan reforzar las políticas de cuidados (6) por parte del Estado que permitan que, directa o indirectamente, cerrar y no incrementar más las brechas de género. La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce a la familia como elemento del bienestar y, sobre la base de este mandato, desde las instituciones públicas tienen que fomentarse las Políticas de cuidados. Así, pues no hay que olvidar que, Estado tiene como fin ultima la máxima de igualdad de oportunidades y no discriminación para todos los ciudadanos y ciudadanas del país.

Por ello, desde la Comunidad Sanmarquina de Estudios Sociolaborales (Cosades) instamos al Estado a incidir decididamente a cerrar las brechas de género. ¡Necesitamos políticas de cuidado en el ámbito de las relaciones laborales!

(1) En nuestro país, de acuerdo a la información proporcionada en el Plan Sectorial para la Igualdad y la no Discriminación en el Empleo y la Ocupación, aprobada por Resolución Ministerial Nº 061-2018-TR, se estableció una brecha de ingresos existente de aproximadamente 29.2%.

(2) https://smoda.elpais.com/.../los-hombres-en-el.../...

(3) De acuerdo a la última Encuesta de Uso de Tiempo realizada en nuestro país se evidencia que mientras los hombres dedican a la semana 15:53 horas al trabajo doméstico, mientras que las mujeres le dedican 39:28 horas.

(4) https://www.elmundo.es/.../16/602ba38421efa01f618b4619.html

(5) https://blog.genderlab.io/repensar-la-flexibilidad-laboral/

(6) Las políticas de cuidado abarcan aquellas acciones públicas referidas a la organización social y económica del trabajo destinado a garantizar el bienestar físico y emocional cotidiano de las personas con algún nivel de dependencia. Estas políticas consideran tanto a los destinatarios del cuidado, como a las personas proveedoras e incluyen medidas destinadas tanto a garantizar el acceso a servicios, tiempo y recursos para cuidar y ser cuidado, como a velar por su calidad mediante regulaciones y supervisiones [Ver en: https://www.cepal.org/.../sobre-el-cuidado-y-las...]